¡Uy! El arte

28 de mayo de 2023

La Habana, el amor y el Art Déco

Greta Romero Historiadora del Arte y actriz
Mansión Lasa en La Habana

Gracias a una escandalosa y admirable historia de amor, el estilo Art Déco hizo una de sus primeras apariciones en Cuba. Lo podemos encontrar específicamente en el Vedado habanero, en la Calle Paseo, No. 406, entre 17 y 19, donde se encuentra la mansión que un enamorado construyera para su amada.

Los vecinos de la zona se preguntaban quiénes serían los propietarios de aquella maravilla que se estaba gestando, pero la identidad de estos se mantuvo oculta hasta quince días antes de ser inaugurada la residencia, en 1927, con una fiesta a su altura.

Mansión de Catalina Lasa

Los controvertidos amantes

Pero... ¿quiénes eran estos amantes? Nada más y nada menos que Catalina Lasa -una de las mujeres más hermosas de La Habana de principios del siglo XX, según testimonios de la época- y Juan Pedro Baró -un adinerado hacendado azucarero-, quienes se conocieron en una reunión social, y a partir de entonces no pudieron dejar de amarse.

No obstante, todo no fue color de rosa, ella estaba casada y era madre de tres hijos, por lo que para vivir su amor tuvieron que alejarse de la sociedad habanera que los condenaba sin piedad y marchar a París, donde el papa Benedicto XV se compadece y los casa. En 1917, al aprobarse en Cuba la Nueva Ley de Divorcio, los amantes regresan a su tierra.

La fastuosa mansión

Una vez en la Isla, comienza la construcción de la residencia de la calle Paseo, a la altura del amor que Baró le profesaba a Catalina. Es por ello que es encargada a una de las compañías más prestigiosas del momento: Govantes y Cabarrocas, que concibe la mansión con una fachada ecléctica, con influencias del Renacimiento florentino. En el interior, el aún joven estilo Art Déco hizo acto de presencia, predominando la simetría, las líneas rectas y los elementos estilizados, símbolos de elegancia por aquel entonces.

interior Déco

Era una mansión tan glamourosa que estaba al mismo nivel de lo que se estaba haciendo en esos mismos años en Europa o en Estados Unidos. Basta mencionar que la impronta del renombrado diseñador, maestro vidriero y orfebre francés René Lalique estuvo en el diseño interior de la mansión y el prestigioso paisajista y urbanista Jean-Claude Nicolas Forestier, fue el encargado de concebir los jardines. Se importaron mármoles para la confección de los pisos y hasta se trajo arena del Nilo para lograr la coloración rosa viejo de algunas paredes. La mansión es una muestra de la importancia que tuvo el art Déco en La Habana.

El mausoleo para el descanso eterno

Desgraciadamente, Catalina solo pudo disfrutar de la mansión durante 3 años, pues luego cae enferma y muere el 3 de diciembre de 1930, con 55 años. El desconsuelo de su esposo lo llevó a encargar -nuevamente a René Lalique- un mausoleo que fue hecho en Francia, y luego traído a la Necrópolis de Colón, en La Habana.

Una construcción totalmente al estilo Art Déco, donde también, luego de 10 años, terminó siendo enterrado Juan Pedro Baró. Fue hecha en gran parte de mármol blanco, con unas llamativas puertas de granito negro revestido con cristal, donde destacan dos arcángeles rezando uno frente al otro, y en el medio, una cruz decorada con rosas “Catalina Lasa”, porque sí, existió una rosa con el nombre de esta hermosa cubana, por lo que su esposo procuró que apareciera tanto en la decoración de la mansión, como del mausoleo.

El vandalismo ha quitado mucho de su esplendor al mausoleo, no obstante, sigue siendo uno de los más valiosos ejemplos de la arquitectura funeraria Art Déco en La Habana. Y es que hay amores que perduran más allá de la muerte, y el arte se encarga de recordárnoslo.

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