25 de noviembre de 2024
“Boulevard de París”, de Sorolla, reaparece ante el público luego de más de un siglo
Las Galerías de las Colecciones Reales ha sido noticia en estos últimos meses, justamente por la exposición que alberga en sus salas temporales: “Sorolla, cien años de modernidad”. La muestra reúne cuadros de numerosas procedencias de Joaquín Sorolla, incluyendo museos e instituciones como colecciones particulares, y resulta muy llamativa por todos los datos y curiosidades que reúne con respecto a la obra del pintor.
Uno de esos datos es la presencia de una obra que ha reaparecido recientemente, pues tras haber sido expuesta y vendida en 1890, se le había perdido la pista y no se había visto nunca más en público: Boulevard de París. Esta joya se encuentra justo en la primera sala de la exposición, de modo que es de las primeras con las que el espectador se topa. Sinceramente es difícil decir que es mi favorita, porque elegir en el caso de Sorolla es para mí una tarea imposible, pero sin dudas llamó tremendamente mi atención, pues sí se trata de una obra muy singular dentro de la producción pictórica del pintor valenciano. Y sin más demora, te comparto ahora mis impresiones sobre esta maravillosa obra.
¿Cómo llega Sorolla a pintar esta obra?
La pintura fue creada durante un viaje de Sorolla a la maravillosa ciudad de París a finales del siglo XIX (1889-1890), luego de haber viajado a Roma como pensionado en la Academia. Tengamos en cuenta que para ese momento, París era el epicentro del arte y la cultura, y Sorolla quedó fascinado por la elegancia y el bullicio de sus calles. Son numerosos los artistas -y no solo franceses- que durante el siglo XIX encontraron en las calles y locales de París su referente más inmediato
Recordemos además la importancia que fueron cobrando los pintores impresionistas, artistas modernos que respondían a una época donde los cambios en el ámbito del arte anticipaban un giro radical unos años más tarde. Para estos artistas las calles de París resultaron un escenario idóneo donde volcar todas sus experimentaciones formales, con el protagonismo del color, las pinceladas sueltas y los efectos de la luz sobre las diferentes superficies en los distintos momentos del día.
Si bien para este momento Sorolla se mantuvo en el camino del naturalismo y el realismo, sí es posible apreciar algunas influencias, que pueden verse principalmente en el tema de la obra, así como en el tratamiento e importancia de la luz. De tal suerte, Boulevard de París, de Sorolla, puede considerarse un éxito en la trayectoria del pintor, obteniendo comentarios favorables por la crítica, lo cual contribuyó a consolidar la reputación de Sorolla como uno de los grandes maestros del arte español, además de obtener con ella una segunda medalla tras su presentación en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890.
Analicemos ahora esta joyita…
La pintura captura una animada calle parisina, el Boulevard des italiens conocido por su actividad constante, lleno de vida y movimiento. Sorolla logra capturar la atmósfera animada y sofisticada de la ciudad a través de su pincelada suelta y su uso magistral del color, que adquiere un gran protagonismo en la pintura. La composición es dinámica, con figuras elegantes paseando por la avenida, y la luz creando sombras y reflejos en el suelo, y dota a la pintura de un carácter naturalista que marcaría su obra en general.
Con Boulevard de París, Sorolla logra transmitir una sensación de inmediatez y realismo impresionante, transportando al espectador a ese escenario parisino de la Belle Époque. Recordemos obras de reconocidos pintores como Renoir o Pissarro, en las que la ciudad de París se convierte en referente y musa principal de su trabajo.
Una de las características más destacadas de la obra es el contraste entre la luz natural y tenue del atardecer y la luz artificial y cálida del local, captando de una manera magistral los diferentes matices y reflejos de la misma en ambos ambientes. De esta manera, crea una atmósfera cálida y acogedora dentro del comercio, mientras que afuera, la luz del atardecer baña la escena con tonos dorados y sombras largas. Sorolla utiliza este contraste para resaltar la transición del día a la noche, y ¡mira que lo hace de maravilla! La escena principal muestra la terraza de una cervecería en pleno bullicio, donde podemos ver a varios personajes disfrutando de su tiempo. Es un día típico en París, con personas charlando, caminando, y absorbiendo la atmósfera vibrante de la ciudad.
Los personajes en la pintura están inmersos en diversas actividades. Algunos están sentados en la terraza disfrutando de una bebida, otros están de pie conversando o simplemente observando el movimiento a su alrededor. Hay una gran variedad de figuras que añaden dinamismo y vida a la escena. Por un lado, hombres y mujeres elegantes vestidos a la moda de la época, representan la alta sociedad parisina. Por otro, vendedores ambulantes, añadiendo un toque de realismo y autenticidad a la escena Recordemos que Sorolla se interesó expresamente por reflejar en sus obras iniciales la crudeza de la realidad a través del realismo social y el énfasis en la dura cotidianidad de los trabajadores.
La modernidad se respira en cada sección de este lienzo. Desde los vestuarios, las costumbres reflejadas en grandes paseos y espacios de socialización donde no faltan las mascotas, los carteles comerciales como el de tabaco que se puede apreciar, los coches,. Todo ello en su conjunto nos habla de una época y un espacio modernos, a lo cual por supuesto no escapa la arquitectura, en la cual Sorolla también repara. El café en sí está decorado con detalles arquitectónicos típicos del estilo parisino de finales del siglo XIX, con grandes ventanales que permiten la entrada de la luz y la vista hacia el interior. Los carteles y anuncios en las paredes también contribuyen a la atmósfera urbana que con total acierto logra reflejar el pintor de la luz.
Y es que la composición de la pintura crea una sensación de movimiento continuo. La disposición de las figuras y los elementos arquitectónicos guían la mirada del espectador a través de la escena, transmitiendo la vivacidad y la energía de la vida urbana, tal y como era su propósito. Aún cuando la pintura es una imagen estática, Sorolla logra sugerir el ruido y la actividad de la calle: el murmullo de las conversaciones, el sonido de los pasos, el tintineo de las copas y el bullicio de la ciudad, todo puede sentirse. Es una obra que sin dudas tiene la capacidad de activar los sentidos.
¡Pero ahí no queda todo! Para nuestra sorpresa, y atendiendo a una costumbre que aplica a muchos de sus cuadros posteriores, Sorolla se autorretrató en la escena, lo que añade un toque personal a la obra, testimonio de la presencia del pintor de la luz en la ciudad del Sena. Podemos verlo en la parte inferior izquierda del cuadro. Pero Sorolla no es el único que puede ser identificado en el cuadro, no. Entre los personajes es posible apreciar al que se convertiría en el propietario de esta obra tras su compra, el doctor oculista Cervera.
Descubrimiento reciente
Después de haber sido comprada en 1890 justamente por este doctor, la pintura desapareció del ojo público. Hasta hace poco, solo se conocía a través de libros y fotografías reproducidas en blanco y negro. Sin embargo, recientemente Boulevard de París ha reaparecido ante el público, y lo ha hecho justamente a través de la exposición “Sorolla, cien años de modernidad”, que acoge las salas temporales de las Galerías de las Colecciones Reales, en Madrid. La muestra ha sido curada por Enrique Varela (actual director del Museo Sorolla de Madrid), Blanca Pons Sorolla, (bisnieta del pintor) y Consuelo Luca de Tena (anterior directora del Museo Sorolla), y realizada por Light Art Exhibitions.
En conclusión…
Boulevard de París es una obra maestra que no solo refleja la habilidad técnica de Joaquín Sorolla, sino también su capacidad para transmitir emociones y narrar historias a través de su arte. En ella logra capturar la esencia de París, de la vida en una de las ciudades más icónicas del mundo, utilizando la luz, el color y la composición de manera magistral.